"Ser artista no tiene nada que ver con los oficios a los que uno accede con diplomas o después de una práctica"
1º Llevas ya muchos años en el mundo de la música, pero en tus comienzos empezaste cantando por bares, clubes, y lugares pequeños de Francia, ¿Cómo recuerdas aquella época?
Por supuesto, cualquier cosa que uno pretende hacer exige un tiempo de aprendizaje. No obstante, en el caso de un artista es un poco diferente porque “aprender” es el cimiento del arte. Así que yo, en la época a que te refieres, aprendí mucho, no cabe duda, y sigo aprendiendo, pero antes que nada averigüé si eso que yo emprendía era mi camino verdadero y si tenía resuello para él. Ser artista no tiene nada que ver con los oficios a los que uno accede con diplomas o después de una práctica. A nadie le vas a convencer que debe prestarte atención por el sólo hecho de plantarte como artista. Tiene que ser un empeño, has de demostrar – a ti y a los demás - que estás en tu lugar, que te mereces el cargo que te asignaste de hacer canciones para cantarlas. El tiempo que esto requiere, los esfuerzos, incluso los sacrificios, son la medida de tu legitimidad.
Por eso te digo que todo lo que hice antes de recibir el vale de la gente – lo que llaman “éxito” - me sirve de abono para todo lo que sigo emprendiendo como artista.
2º Naciste en Barcelona y tienes origen Andaluz y sabemos que adoras España, ¿Cómo llevas el hecho de que aquí no se te reconozca como mereces?
Son muchos parámetros. Unos muy objetivos y voluntarios, otros menos. Dos discos míos en español tuvieron su lanzamiento en la Península y en América. El primero se llama “500 años” y el segundo “Los días aquellos”. En Latinoamérica, recibieron una buena acogida. En España, sin embargo, en aquel momento creo que yo les aparecía la gente del business como un OCNI (Objeto Cantante No Identificado). Recuerdo lo que me dijo el director de la Universal que lanzaba mis discos: “Lo que haces está demasiado bien para España” Esta frase me escandalizó pero también me reveló el síntoma de algo más profundo, algo como una ideología del desprecio hacia su propia gente. Muy feo. Criminales y cínicos.
Cuando salió “Los días aquellos”, lanzado por Universal a nivel europeo, vine a Madrid con todos mis músicos para presentarlo en vivo. Hubo mucha gente y se presentaron algunos colegas pero, al acabar el concierto, los de la compañía española se escurrieron, dejándome en la acera con mis músicos, mi manager, los técnicos y el director de Universal en Francia. Tuvimos que ir a cenar al "Museo del jamón" que está muy bien pero que no perdonaba la grosería de aquellos tíos. Con el tiempo, soy un poco más indulgente y lo interpreto como un complejo ante lo que venía de Francia, una molestia frente a un hijo de emigrantes reconocido fuera de España.
También debo confesar que tampoco hice tantos esfuerzos hacia mi país como los hice con Argentina y Rusia donde estuve viviendo por la curiosidad y la bienvenida que me hicieron. Aunque me consta que esto también tiene su explicación con lo que acabo de referir. Sin embargo, los que venían a mis conciertos siempre salían felices.
3º En 1.987 grabaste tu single “Madrid, Madrid” que obtuvo un gran éxito, ¿Qué piensas de que Miguel Bosé lo incluyera en su repertorio?
“Madrid, Madrid” fue la primera canción mía que impactó masivamente en Francia. Al nacer en Barcelona y al salir del país a los seis añitos, yo desconocía Madrid. La descubrí bastante tarde, siendo artista, y le escribí una canción - la primera en castellano - al regresar de mi primera estancia. Un gran mecenas del jazz parisino que se llamaba Francis Dreyfus, la escuchó por casualidad y quiso hacer un disco. En seguida tuvo éxito, se escuchaba en todas partes y alcanzó a ser una canción culto. Lo que pasó me pareció asombroso. ¿Cómo podía ser que una letra con tanta vivencia mía, con sentimientos tan personales, tuviera repercusión en personas que no habían nacido en España y que ni siquiera conocían la ciudad? Definitivamente esto me demostró que no hay demasiada variedad de sentimientos pero que éstos te los puede inspirar cualquier cosa: una ciudad, un ser querido, un animal, un momento, un espacio, un paisaje. Las canciones tienen éxito cuando son comunidad de sentires.
Luego, Miguel Bosé cantó Madrid Madrid, incluyéndola en su discografía y me gustó. Sin embargo, no me explico por qué cambió las tres palabras que yo había puesto en catalán (“Els meus amors”).
4º Eres un apasionado de García Lorca. De hecho has puesto música a varios de sus poemas, ¿Qué te atrajo de este poeta español?
Federico me aclaró cantidad de cosas. El primer choque fueron sus conferencias. Por ahí descubrí el flamenco, el cante jondo, el duende. Me di cuenta que la copla aflamencada de Valderrama, Escobar o Lola Flores - que de niño había escuchado detrás de las puertas ajenas puesto que mis padres no compraban esos discos - no era más que el abastardecido y franquista recuerdo de un fulgor deslumbrante.
La toma de conciencia fue tan apremiante que cierto verano, teniendo unos veinte años y recursos de estudiante, saqué del Corte Inglés en Plaza Cataluña la famosa y carísima “Antología del flamenco” de Hispavox. Eran veinticuatro discos de vinilo, un bulto notable, pero nadie lo vio porque los llevaba en el pecho con mucha dignidad.
Luego, me atrajo la universalidad de Lorca. Es el poeta más y menos español de España. Mientras en España no lo publicaban, era un ídolo en el mundo entero. Lo fui descubriendo poco a poco. Primero, como te lo he dicho, me interesaron mucho sus conferencias. Lo que dice y como lo expresa le hace muy entrañable, muy cercano. Lo del disco fue algo muy raro, un camino de la pura casualidad. Cuando, en Nueva York, Michel Camilo me sugerió participar a un homenaje proyectado por Ana Belén, hablé con Victor Manuel por teléfono, empecé el trabajo de musicalización y acabé quedándome con él porque me iba gustando más y más lo que estaba componiendo. Hice bien porque la portada que hizo mi colega, introduciéndose en la foto con las manos en los hombros de Federico como su fuera su madre, me pareció una absoluta falta de respeto.
“Castelar 704” fue el disco más sobrio y más complicado que nunca hice. Sólo son tres músicos (Tomatito, Lucho González y Mino Cinelú) pero no te digo el maratón que recorrí para grabarlos: París, Madrid, New-York, Buenos Aires... y Montreal si se incluye el piano cubano de Aldo López Gavilán. No obstante, valían la pena esos esfuerzos porque fueron mi manera de pagarle el tributo a ese gran mentor que fue y sigue siendo Federico para mi arte y mi vida.
Entrevista realizada por: Samuel García------------------------------------------------------------------------------------------------
No hay comentarios:
Publicar un comentario